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Enfermedad y Curación

Desde un punto de vista espiritual

Vivimos desde nuestro nacimiento, constantemente bajo “la espada de Damocles”: Envejecemos irremisiblemente, y experimentamos que la salud y la enfermedad son tan sólo los dos polos opuestos, y por tanto relativos, que expresan nuestro estado de ser actual como humanidad: un estado completamente inestable, con tendencia natural a la desarmonía que nos deja a menudo en la estacada.

En ocasiones y gracias a la enfermedad, mediante el combate exterior entre las fuerzas que atacan a nuestro organismo y aquellas otras que lo defienden, podemos llegar a tomar consciencia de la inestabilidad de nuestra propia naturaleza interior, lo cual es un paso imprescindible para abrirnos al conocimiento de nuestra verdadera naturaleza divina y eterna.

La enfermedad es el resultado del deterioro del orden y la sincronía entre el ser humano y el cosmos y su naturaleza, y también de la asincronía con el propósito de la inteligencia espiritual implícita en el propio ser.

Este deterioro puede surgir por factores internos o externos.
Los externos son debidos fundamentalmente a la perturbación del medioambiente, del ecosistema, por la agresión constante de la humanidad sobre el cuerpo planetario, que es en definitiva nuestra nodriza.
Los internos son consecuencia del alejamiento con respecto a nuestro verdadero ser, de la ruptura de la relación interior con el ser espiritual subyacente por un comportamiento que conduce en sentido contrario al propósito de la existencia humana.

Cuando por causas externas o internas, se manifiesta una enfermedad, nos vemos en la necesidad de detenernos y buscar una terapia. Las terapias sirven para ayudar al enfermo a restablecer el orden perdido, pero ellas por sí mismas no pueden hacerlo si la causa del desequilibrio es interna.

Ellas pueden reconducir el factor patógeno a un mínimo controlable, y de esta forma considerar que el paciente está curado.

Pero si el paciente se queda ahí y no aprovecha esta ayuda para buscar en sí mismo las causas que le condujeron a esa enfermedad, y a continuación no cambia de actitud o de conducta en la vida para neutralizar esas causas profundas, la enfermedad se replicará tarde o temprano.

Y al respecto es indiferente si la terapia ha sido natural, científica o chamánica.

El agente curativo esencial es la reconexión con el ser espiritual subyacente en nuestro ser.

Por todo ello, para la Rosacruz el remedio supremo a la enfermedad de origen interno es la fuerza espiritual central del ser humano, y la terapia correspondiente sólo es posible cuando el ser humano reconecta con esa Fuente interior, comprende claramente el sentido de su existencia y con una consciencia elevada pone en práctica un comportamiento y una actitud en la vida que restablece la armonía fundamental entre él o ella y el cosmos.

Sobre todo ello esperamos dialogar en nuestra Jornada Rosacruz “Enfermedad y Curación , desde una perspectiva espiritual” que tendrá lugar el próximo 7 de octubre.