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Todo es vibración. Parte 1

La alta frecuencia del Amor transforma la baja frecuencia del miedo

La ciencia moderna confirma lo que la ciencia esotérica de los antiguos siempre dijo: todo es vibración. El esotérico estudia al hombre en su cuádruple naturaleza física, etérica, astral y mental, como una complicada combinación de vibraciones. En la ciencia, el número de vibraciones del ser humano se mide en diferentes estados de la mente, en sus efectos en el entorno y, finalmente, en toda la Tierra. Este artículo parte de la idea de que cada ser humano importa y es importante en el proceso de co-resonancia con las vibraciones superiores, lo que conducirá a una nueva consciencia y una nueva vida de actos.

¿Coincidencia?

Hay científicos que dicen que todo es una coincidencia. De la nada surgió el gran Big Bang y, por casualidad, la evolución tuvo lugar. La vida no tiene sentido, la evolución solo se basa en la supervivencia del más fuerte y en la reproducción de la vida. ¿Por qué? No hay porqué.

En tal acercamiento a la vida, no hay lugar para la intervención milagrosa de una fuerza que dirija y dé sentido al universo, una fuerza a la que los pueblos de la humanidad han dado toda clase de nombres y que siempre han adorado y venerado en muchas formas. Eso era la religión. No tener religión era imposible.

Hasta que hace cuatro siglos todo cambió en Occidente.

Alrededor de 1600, la ciencia tuvo un importante desarrollo y se descubrieron nuevos mundos, con la ayuda del microscopio y el telescopio. Desenmascarado, el milagro se convirtió en ficción, ya que se llegó poco a poco a una explicación racional de la realidad del mundo. Ya no se creía a los teólogos, y finalmente la infancia y la inocencia se fueron por el desagüe. Habiendo dejado de existir el milagro, la fuerza creadora divina se hizo superflua. Solo existía la materia. El ser humano penetró cada vez más profundamente en ella. Con el microscopio electrónico exploró el átomo, convencido de descubrir lo que aún ignoraba. Esta actitud ha llevado lejos a la ciencia, pero, mientras tanto, el alma del ser humano se marchitaba por falta de alimento espiritual y anhelo de la verdadera sabiduría.

Los opuestos

Este mundo está sujeto a la ley de que todo se convierte en su opuesto. Luego existe movimiento y transformación. Así, llegó el momento en que la ciencia ya no podía mantener que solo existía la materia. No, la materia es en realidad energía; todo es vibración, en frecuencia superior o inferior. Y la vibración, la oscilación, es información. Por otra parte, se ha admitido la idea de la velocidad de la luz como la máxima velocidad.

Todo ello ha supuesto un cambio de paradigma, una nueva forma de pensar, tan radical como 400 años antes lo fue la idea de que no es la Tierra sino el Sol el centro de nuestro sistema solar. Entonces, los pioneros de este pensamiento acabaron en la hoguera. También ahora, los pioneros tienen dificultades con los dogmáticos materialistas. Piensen en la oposición que la homeopatía, un método de curación basado en la información, la vibración, está experimentando desde los poderes de la UE.

Se hizo evidente que todo es esencialmente potencial, posibilidad. Cómo se convierte la energía en materia, onda o partícula, es determinado por el espectador. Esto se llama el efecto de incertidumbre de Heisenberg. Es una revolución en el pensamiento científico, pero, como se ha dicho, muchos científicos no quieren aceptarlo todavía. Científicos como Erwin Laszlo, Ken Wilber, Peter Russell, Fred Alan Wolf, Masuru Emoto, Bruce Lipton, que también han estudiado la antigua sabiduría oriental, llegaron a la conclusión de que lo que la ciencia había descubierto ya se conocía hace miles de años.  Todo es vibración, porque todo es energía, y la energía está siempre en movimiento.

Estas vibraciones se manifiestan en muchas formas, que existen gracias a muchos patrones vibratorios complejos. Cuando los movimientos se detienen, las manifestaciones regresan a la Unidad, el estado original de descanso. La Creación, el universo,  existe como un espectro de frecuencia infinita. Dentro de esto, los diferentes niveles de realidad se distinguen por la diferencia en la frecuencia de vibración o densidad de la energía.

La unidad inescrutable posee la frecuencia más alta, la de una energía extremadamente sutil, fina e infinitamente rápida. La materia tiene la frecuencia vibratoria más lenta, la forma de energía más densa. Un objeto u organismo físico es un conglomerado de muchas frecuencias vibratorias diferentes y armoniosamente sintonizadas. Normalmente solo somos conscientes de las frecuencias más bajas, de la materia. Pero eso no significa que todas esas frecuencias superiores no existan. Piense de nuevo en la homeopatía.


 La Ley de la Vibración

Ahora, junto a este hecho de que todo es vibración, hay también diferentes principios de realización y funcionamiento.

Y aquí llegamos al área esotérica. Esta se basa en diferentes niveles de realidad.

La Ley de la Vibración [1]

Se dice que hay una influencia permanente entre los diferentes niveles de la realidad. Esto se llama el principio de resonancia armónica. Patrones o estructuras casi idénticas tienden a vibrar entre sí.

El segundo principio es el de la transmutación permanente de la energía. Las vibraciones superiores tienen la capacidad de transformar las vibraciones inferiores, pero a la inversa, las bajas vibraciones nunca pueden cambiar las vibraciones superiores. A través de esta ley unidireccional, la evolución siempre irá hacia la vibración superior. Esto es conocido como la Ley del Amor, porque la Luz Universal y el Amor Universal tienen la frecuencia más elevada.

El tercer principio de la Ley de la Vibración es que hay un flujo constante de energía de vida sutil que fluye a través de todo. Esto mantendrá todo en su lugar y conectará todo a todo. Esto se llama qi o chi, o prana, o tao o energía divina, o espíritu. Eso es lo que da vida.

La primera vibración pura con la que se creó el universo aparece en la Biblia en la expresión “En el principio fue la Palabra”. Esta vibración causa una energía creativa en el gran vacío, en el océano primigenio de la potencialidad pura. También en las historias de la creación de otros pueblos se encuentra un comienzo similar de vibración, o sonido sagrado (sánscrito: Nada Brahma, el mundo es sonido).

Desde esta vibración más elevada, Amor y sabiduría, como información y Luz, surge todo el universo, desde las frecuencias más sutiles hasta los patrones más densos; y finalmente aparece el mundo físico: estrellas, planetas y todas las formas de vida. Y todo esto es esencialmente vibración.

Así que podemos decir que la esencia de todo lo que existe es Luz. Sin luz, ninguna vida es posible.

Esta es una cuestión de vibraciones armónicas. Cada tono es una frecuencia vibratoria que, mientras está siendo alimentado, resuena y continúa trabajando armoniosamente. Y así parece ser armoniosa una parte muy pequeña de estas vibraciones armónicas o tonos que podemos percibir con el oído humano. También podemos percibir esas vibraciones armónicas indirectamente con el ojo. Por ejemplo, experimentamos la proporción áurea en plantas o en arquitectura como algo armonioso.

Pitágoras también se refiere a estas vibraciones como la armonía de las esferas, cuando se trata de las proporciones entre las frecuencias vibratorias de los diferentes planetas. Sabemos por la astrología que las frecuencias vibratorias de cada planeta y sus combinaciones tienen su propio efecto en cada ser humano.

El principio de resonancia armónica significa que patrones o estructuras iguales o casi iguales resuenan entre sí. Todo es vibración, así que todo está conectado a todo en el universo: objetos físicos, pensamientos, sentimientos, fenómenos mentales, niveles no físicos de la realidad, todo está conectado, basado en el principio de resonancia armónica. Un ejemplo simple de ello lo podemos ver en  dos violines. Si tocas un tono en una cuerda de un violín, la misma cuerda vibrará en el otro violín. Y debido a que la frecuencia de esta cadena, al igual que cualquier objeto u organismo físico, es de hecho un conglomerado de muchas frecuencias vibratorias diferentes, también muchas frecuencias superiores, los llamados overtones, comienzan a vibrar, a resonar.

Y lo que se desvía ligeramente del patrón vibratorio original restablecerá automáticamente la vibración, debido al funcionamiento de la resonancia armónica, lo que significa que las vibraciones estarán de nuevo en fase entre sí, o se reforzarán de nuevo mutuamente.

Nosotros, como seres humanos, tenemos —o, en realidad, somos— un conjunto complejo de muchas frecuencias vibratorias diferentes, cada uno con su propio patrón vibratorio único. Conocemos, en un grado ascendente de transparencia, nuestro cuerpo físico, el cuerpo etérico, el cuerpo astral y el cuerpo mental. Todos los cuerpos con frecuencias vibratorias inferiores están impregnados por cuerpos no físicos con frecuencias  vibratorias superiores. Nuestros pensamientos y emociones están así totalmente entrelazados con nuestro cuerpo físico. El flujo constante de la energía sutil de la vida también fluye a través de nosotros, y cuanto más en armonía estén nuestros diferentes cuerpos, mejor podremos mantenernos a nosotros mismos, permanecer sanos y sentirnos conectados a nosotros mismos y a todo lo demás.

Antes hemos mencionado la Ley del Amor, por la que las vibraciones superiores pueden transformar las inferiores. La frecuencia superior del Amor transformará la frecuencia inferior del miedo. La expresión “El amor vence todo”, es uno de los mayores misterios de la creación, pero perfectamente lógica a la luz de la Ley de la Vibración.
Si nuestra alma pudiese vibrar en la frecuencia más elevada y así impregnase todos nuestros otros cuerpos, entonces  establecería nuestra conexión con el Amor Universal y la Sabiduría Universal. Por ello, muchos místicos consideran el alma como la llave para alcanzar la Verdad.

 

 Para la elaboración de este artículo se ha utilizado el libro de Marja de Vries, De hele olifant in beeld. Deventer, 2016.

Fuente: https://www.logon.media/es

Texto: Anneke Stokman-Griever, País: Países Bajos, Imagen: Unsplash

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[Portuguese, Portugal] Todo es vibración. Parte 1

[Portuguese, Portugal]

La alta frecuencia del Amor transforma la baja frecuencia del miedo

La ciencia moderna confirma lo que la ciencia esotérica de los antiguos siempre dijo: todo es vibración. El esotérico estudia al hombre en su cuádruple naturaleza física, etérica, astral y mental, como una complicada combinación de vibraciones. En la ciencia, el número de vibraciones del ser humano se mide en diferentes estados de la mente, en sus efectos en el entorno y, finalmente, en toda la Tierra. Este artículo parte de la idea de que cada ser humano importa y es importante en el proceso de co-resonancia con las vibraciones superiores, lo que conducirá a una nueva consciencia y una nueva vida de actos.

¿Coincidencia?

Hay científicos que dicen que todo es una coincidencia. De la nada surgió el gran Big Bang y, por casualidad, la evolución tuvo lugar. La vida no tiene sentido, la evolución solo se basa en la supervivencia del más fuerte y en la reproducción de la vida. ¿Por qué? No hay porqué.

En tal acercamiento a la vida, no hay lugar para la intervención milagrosa de una fuerza que dirija y dé sentido al universo, una fuerza a la que los pueblos de la humanidad han dado toda clase de nombres y que siempre han adorado y venerado en muchas formas. Eso era la religión. No tener religión era imposible.

Hasta que hace cuatro siglos todo cambió en Occidente.

Alrededor de 1600, la ciencia tuvo un importante desarrollo y se descubrieron nuevos mundos, con la ayuda del microscopio y el telescopio. Desenmascarado, el milagro se convirtió en ficción, ya que se llegó poco a poco a una explicación racional de la realidad del mundo. Ya no se creía a los teólogos, y finalmente la infancia y la inocencia se fueron por el desagüe. Habiendo dejado de existir el milagro, la fuerza creadora divina se hizo superflua. Solo existía la materia. El ser humano penetró cada vez más profundamente en ella. Con el microscopio electrónico exploró el átomo, convencido de descubrir lo que aún ignoraba. Esta actitud ha llevado lejos a la ciencia, pero, mientras tanto, el alma del ser humano se marchitaba por falta de alimento espiritual y anhelo de la verdadera sabiduría.

Los opuestos

Este mundo está sujeto a la ley de que todo se convierte en su opuesto. Luego existe movimiento y transformación. Así, llegó el momento en que la ciencia ya no podía mantener que solo existía la materia. No, la materia es en realidad energía; todo es vibración, en frecuencia superior o inferior. Y la vibración, la oscilación, es información. Por otra parte, se ha admitido la idea de la velocidad de la luz como la máxima velocidad.

Todo ello ha supuesto un cambio de paradigma, una nueva forma de pensar, tan radical como 400 años antes lo fue la idea de que no es la Tierra sino el Sol el centro de nuestro sistema solar. Entonces, los pioneros de este pensamiento acabaron en la hoguera. También ahora, los pioneros tienen dificultades con los dogmáticos materialistas. Piensen en la oposición que la homeopatía, un método de curación basado en la información, la vibración, está experimentando desde los poderes de la UE.

Se hizo evidente que todo es esencialmente potencial, posibilidad. Cómo se convierte la energía en materia, onda o partícula, es determinado por el espectador. Esto se llama el efecto de incertidumbre de Heisenberg. Es una revolución en el pensamiento científico, pero, como se ha dicho, muchos científicos no quieren aceptarlo todavía. Científicos como Erwin Laszlo, Ken Wilber, Peter Russell, Fred Alan Wolf, Masuru Emoto, Bruce Lipton, que también han estudiado la antigua sabiduría oriental, llegaron a la conclusión de que lo que la ciencia había descubierto ya se conocía hace miles de años.  Todo es vibración, porque todo es energía, y la energía está siempre en movimiento.

Estas vibraciones se manifiestan en muchas formas, que existen gracias a muchos patrones vibratorios complejos. Cuando los movimientos se detienen, las manifestaciones regresan a la Unidad, el estado original de descanso. La Creación, el universo,  existe como un espectro de frecuencia infinita. Dentro de esto, los diferentes niveles de realidad se distinguen por la diferencia en la frecuencia de vibración o densidad de la energía.

La unidad inescrutable posee la frecuencia más alta, la de una energía extremadamente sutil, fina e infinitamente rápida. La materia tiene la frecuencia vibratoria más lenta, la forma de energía más densa. Un objeto u organismo físico es un conglomerado de muchas frecuencias vibratorias diferentes y armoniosamente sintonizadas. Normalmente solo somos conscientes de las frecuencias más bajas, de la materia. Pero eso no significa que todas esas frecuencias superiores no existan. Piense de nuevo en la homeopatía.


 La Ley de la Vibración

Ahora, junto a este hecho de que todo es vibración, hay también diferentes principios de realización y funcionamiento.

Y aquí llegamos al área esotérica. Esta se basa en diferentes niveles de realidad.

La Ley de la Vibración [1]

Se dice que hay una influencia permanente entre los diferentes niveles de la realidad. Esto se llama el principio de resonancia armónica. Patrones o estructuras casi idénticas tienden a vibrar entre sí.

El segundo principio es el de la transmutación permanente de la energía. Las vibraciones superiores tienen la capacidad de transformar las vibraciones inferiores, pero a la inversa, las bajas vibraciones nunca pueden cambiar las vibraciones superiores. A través de esta ley unidireccional, la evolución siempre irá hacia la vibración superior. Esto es conocido como la Ley del Amor, porque la Luz Universal y el Amor Universal tienen la frecuencia más elevada.

El tercer principio de la Ley de la Vibración es que hay un flujo constante de energía de vida sutil que fluye a través de todo. Esto mantendrá todo en su lugar y conectará todo a todo. Esto se llama qi o chi, o prana, o tao o energía divina, o espíritu. Eso es lo que da vida.

La primera vibración pura con la que se creó el universo aparece en la Biblia en la expresión “En el principio fue la Palabra”. Esta vibración causa una energía creativa en el gran vacío, en el océano primigenio de la potencialidad pura. También en las historias de la creación de otros pueblos se encuentra un comienzo similar de vibración, o sonido sagrado (sánscrito: Nada Brahma, el mundo es sonido).

Desde esta vibración más elevada, Amor y sabiduría, como información y Luz, surge todo el universo, desde las frecuencias más sutiles hasta los patrones más densos; y finalmente aparece el mundo físico: estrellas, planetas y todas las formas de vida. Y todo esto es esencialmente vibración.

Así que podemos decir que la esencia de todo lo que existe es Luz. Sin luz, ninguna vida es posible.

Esta es una cuestión de vibraciones armónicas. Cada tono es una frecuencia vibratoria que, mientras está siendo alimentado, resuena y continúa trabajando armoniosamente. Y así parece ser armoniosa una parte muy pequeña de estas vibraciones armónicas o tonos que podemos percibir con el oído humano. También podemos percibir esas vibraciones armónicas indirectamente con el ojo. Por ejemplo, experimentamos la proporción áurea en plantas o en arquitectura como algo armonioso.

Pitágoras también se refiere a estas vibraciones como la armonía de las esferas, cuando se trata de las proporciones entre las frecuencias vibratorias de los diferentes planetas. Sabemos por la astrología que las frecuencias vibratorias de cada planeta y sus combinaciones tienen su propio efecto en cada ser humano.

El principio de resonancia armónica significa que patrones o estructuras iguales o casi iguales resuenan entre sí. Todo es vibración, así que todo está conectado a todo en el universo: objetos físicos, pensamientos, sentimientos, fenómenos mentales, niveles no físicos de la realidad, todo está conectado, basado en el principio de resonancia armónica. Un ejemplo simple de ello lo podemos ver en  dos violines. Si tocas un tono en una cuerda de un violín, la misma cuerda vibrará en el otro violín. Y debido a que la frecuencia de esta cadena, al igual que cualquier objeto u organismo físico, es de hecho un conglomerado de muchas frecuencias vibratorias diferentes, también muchas frecuencias superiores, los llamados overtones, comienzan a vibrar, a resonar.

Y lo que se desvía ligeramente del patrón vibratorio original restablecerá automáticamente la vibración, debido al funcionamiento de la resonancia armónica, lo que significa que las vibraciones estarán de nuevo en fase entre sí, o se reforzarán de nuevo mutuamente.

Nosotros, como seres humanos, tenemos —o, en realidad, somos— un conjunto complejo de muchas frecuencias vibratorias diferentes, cada uno con su propio patrón vibratorio único. Conocemos, en un grado ascendente de transparencia, nuestro cuerpo físico, el cuerpo etérico, el cuerpo astral y el cuerpo mental. Todos los cuerpos con frecuencias vibratorias inferiores están impregnados por cuerpos no físicos con frecuencias  vibratorias superiores. Nuestros pensamientos y emociones están así totalmente entrelazados con nuestro cuerpo físico. El flujo constante de la energía sutil de la vida también fluye a través de nosotros, y cuanto más en armonía estén nuestros diferentes cuerpos, mejor podremos mantenernos a nosotros mismos, permanecer sanos y sentirnos conectados a nosotros mismos y a todo lo demás.

Antes hemos mencionado la Ley del Amor, por la que las vibraciones superiores pueden transformar las inferiores. La frecuencia superior del Amor transformará la frecuencia inferior del miedo. La expresión “El amor vence todo”, es uno de los mayores misterios de la creación, pero perfectamente lógica a la luz de la Ley de la Vibración.
Si nuestra alma pudiese vibrar en la frecuencia más elevada y así impregnase todos nuestros otros cuerpos, entonces  establecería nuestra conexión con el Amor Universal y la Sabiduría Universal. Por ello, muchos místicos consideran el alma como la llave para alcanzar la Verdad.

 

 Para la elaboración de este artículo se ha utilizado el libro de Marja de Vries, De hele olifant in beeld. Deventer, 2016.

Fuente: https://www.logon.media/es

Texto: Anneke Stokman-Griever, País: Países Bajos, Imagen: Unsplash