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El Camino hacia el Interior

Si no ves el camino, incluso si lo recorres, no lo comprenderás

La principal verdad sobre la Verdad es que, si no la obtienes por cuenta propia, nunca se convertirá en tu verdad.

Si analizamos objetivamente las convicciones y puntos de vista humanos, nos encontraremos con todo un espectro de verdades que se contradicen mutuamente. Algunas personas tienen la certeza de que hay vida eterna después de la muerte, algunas creen que tienen un alma, mientras que otras afirman que solo hay materia.

Para evitar el dogmatismo, tendríamos que considerar la posibilidad de que todas las preguntas existenciales se plantean por el miedo a la muerte, la ansiedad que produce lo desconocido. Por tanto, tal vez no sea el amor sino el miedo la fuerza motriz que nos impulsa a avanzar en el largo camino hacia la gran realidad, la liberación de la ilusión y el miedo.

Una cosa diferencia al ser humano de todas las demás criaturas que habitan la Tierra. Solo el ser humano puede descubrir el ser que le anima y puede volver a unirse conscientemente con aquel que siempre ha caminado a su lado. Sólo el ser humano puede reconocerlo y conectarse con él.

El camino yace oculto en cada uno de nosotros, independientemente de la cosmovisión y el conocimiento que poseemos. Se podría decir: la verdad está tan cerca, aunque la buscamos en los lugares más remotos. Somos como alguien que muere de sed mientras está parado en el agua.

Si partes al viaje más importante de tu vida para encontrar tu verdadero ser, primero debes dejar atrás todo lo personal, todo lo que sabes, todo aquello en lo que confías, todo lo que piensas, todo lo que eres. De esta manera, “desnudo”, indefenso, como exiliado del cielo de tu vida personal, tienes que emprender un viaje desconocido.

Sin embargo, la voz interior todavía habla:

Busca la Verdad sin una sola conclusión, sin ninguna suposición a priori. Solo así te convertirás en un verdadero buscador. Un ojo sesgado es ciego, un corazón lleno de conclusiones está muerto.

Si puedes liberarte de tus convicciones, solo entonces alcanzarás el núcleo del problema con el que todo ser que busca la liberación debe ser confrontado. A continuación, encontrarás tres puertas. El atravesarlas nos abre el camino a la libertad eterna.

Atravesar las tres puertas

La primera de las tres puertas lleva la inscripción: “Esclavitud y los anhelos y deseos inherentes”.

En la segunda está escrito: “La ilusión de la existencia personal”, y en la tercera puerta que accede a la libertad eterna leemos: “Deseo de vida, deseo de existir”.

El camino hacia la liberación debe tener un solo objetivo: hacer que los buscadores estén conscientes de que tienen que atravesar estas tres puertas y proporcionarles las llaves para que puedan abrirlas y pasar. Cuando realmente empezamos a pensar en la naturaleza de la vida y queremos entender nuestras motivaciones y acciones, nos acercamos a la primera puerta. Comenzamos a ver claramente que todos nuestros actos están motivados por la esclavitud. La mente está ligada casi a todo. Puede ser un vínculo positivo, cuando hay beneficios, o un vínculo negativo, cuando surge la necesidad de escapar de algo. En ambos casos se trata de vínculos mentales con una cosa, un ser o una situación específica.

La mente humana es de tipo conservador. En todo momento, trata de retener lo que ha logrado. No tiene ansias por cambiar. Cada cambio causa movimiento, lo cual la mente rechaza. Y, así, el ego termina luchando contra la realidad del cambio.

Sin embargo, el universo es un gran proceso de transformación, donde es imposible detener el movimiento.

La única llave para pasar esta puerta es el consentimiento y aceptación absoluta de la energía que se mueve en el universo y una aceptación total de todos los cambios.

La segunda puerta hace que el hombre tome consciencia de que lo que sostiene nuestro sufrimiento es la ilusión de la separación, la ilusión de ser un ser separado. Cuando nos consideramos una entidad autónoma, provista de voluntad propia, solo podemos pasar de un error a otro, luchando con todo el universo circundante.

Aprende a verte como una unidad con el Cosmos. Encuentra una salida de los sueños de la vida a la vida misma. Solo debes estar siempre presente, dondequiera que estés. No crees nada: vuelve al punto cero. Este punto cero es conciencia pura, original, absoluta, perfecta, es la Verdad por encima de la existencia y la inexistencia.

Ahí se encuentra el sol espiritual, que siempre brilla. También hay nubes, es nuestra ilusión de existencia personal. Estas nubes están dotadas de inteligencia e individualismo. A veces muy densas, pueden ser nubes muy malas, malintencionadas y de truenos, que provocan inundaciones, granizo o niebla. Sin embargo, también pueden tomar la forma de nubes suaves y agradables, a través de las cuales brillan los rayos del sol. La personalidad es entonces dócil y amistosa. ¡Pero la nube no es un ser autónomo!

Las nubes atmosféricas están formadas por miles de millones de pequeñas gotas de agua y cristales de hielo. Las gotas, inicialmente pequeñas, se agrupan alrededor de partículas de polvo y otras partículas microscópicas. Para formar una nube, debe haber un punto de condensación alrededor del cual se acumulan las gotas de agua. Estas partículas son nuestros pensamientos, conceptos, nuestra imaginación. Cuando uno limpia este ‘polvo’, las nubes de ilusión no pueden formarse.

El paso a través de la tercera puerta es el más difícil porque toca el instinto más básico de toda criatura que vive y siente. El deseo de existir puede compararse a una llama. La única forma de encontrar la realidad y liberarse de la rueda del nacimiento y la muerte es extinguir las fuerzas propulsoras de la vida: los anhelos y todo tipo de polarización.

Llegada

Mucho se dice sobre el abandono de la egoncentricidad. Sin embargo, esto no es así de simple. Es como permanecer en la oscuridad: no puedes abandonar la oscuridad cuando estás en una habitación oscura. Solo puedes traer luz a ella. La oscuridad como tal no existe, en cambio, puede haber carencia de luz.

No puedes influir en la oscuridad misma. Solo se puede utilizar la luz. Entrar en uno mismo y una verdadera meditación espiritual actúa como la luz que dispersa la oscuridad. Cuando te conviertas en luz, el ego desaparecerá.

La verdadera meditación es la vida y la experiencia de la vida sin palabras, más allá de las palabras. Entrar en tal meditación es un extraordinario vínculo espiritual con todo lo que nos rodea: objetos, plantas, animales, personas. Absolutamente sin palabras. Significa sentir el ser más profundo, sin una palabra.

Entonces te darás cuenta de que hay un lugar que no puede ser nombrado. Hay un espacio donde la vida y la muerte no se siguen. Hay un lugar donde no hay nacimiento ni muerte. Este lugar está en cada uno de nosotros. Es un lugar más allá de la vida y la muerte. El despertar a esta realidad, a este espacio, es la gran iluminación, la gran liberación.

 Fuente: https://www.logon.media/es

Texto: Albert Górnicki, País: Polonia, Imagen: Alfred Bast